El diseño parte de un guion en el que las personas son el centro de atención, y luego se incorpora un elemento que se moldea de manera imprevisible para una necesidad concreta. Cada proyecto de diseño es como un perfume con la primera, segunda y tercera nota. Al principio el diseño se ve bien, fresco y abstracto pero cuando interactúas con él, sucede algo mágico e inesperado… una sonrisa se dibuja en la cara y, finalmente, cuanto más lo usas, más apegado te sientes a él.